SOY UN BUEN ESCRITOR

TEXTO GANADOR DEL SEGUNDO LUGAR EN EL 2º CONCURSO DE CUENTOS DE LA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE LA SSMA. CONCEPCIÓN.


Los senos estaban encendidos, dos llamas que atraen a cualquier labio deseoso de la fruta carnal. Recuerdo su nombre, Lydia, como, como, bueno, no suena como nada, solo Lydia. Ingenua pero con la sabiduría de la mujer caliente, sabía comportarse en la cama, todo lo que hacía me dejaba en el infinito, me sentía dentro de una nuez.

- Aló, ¿con quién hablo?
- Con Lydia, ¿me recuerdas?

Como no la iba a recordar, pasamos dos días acostados en ese campamento. La conocí sólo minutos antes de subirnos al bus, pero creo que me calentó desde mucho antes.

- te llamo para saber si nos podemos juntar hoy en tu casa
- está bien
- ya, pero… ¿dónde vives?
- En Santa Marta, Talcahuano, calle Lestergay, número 201, la casa blanca con portón negro.
- Perfecto, allí estaré en una hora más o menos
- Está bien, te espero
- Ah, eso, ¿cómo quieres que vaya?
- ¿a qué te refieres?
- Vestida poh tonto
- Como quieras
- ¿tienes condones?
- No, pero voy a comprar
- No te preocupes, yo los paso a comprar

Podía quedarse el tiempo que quisiese en mi casa, en ese entonces vivía solo, mis padres murieron en un accidente automovilístico, era hijo único. Para hacer tiempo y no estar impaciente, me puse a escribir un poco. Llevaba como diez días intentando terminar mi novela, “La tarde era un día”. Es una especie de biografía o memoria, intento retratar a mi familia, una típica familia bien unida, todos descendientes de españoles, así que imagínense las conversaciones en la mesa, no se sabía si gritaban o sólo discutían.

Cuando llegó me puse nervioso, siempre me pongo nervioso cuando converso con las mujeres, pero no sé cómo las llevo fácilmente a la cama, algunas dicen que es porque tengo el don de la palabra, yo creo que es el don de la escritura, ya que soy tartamudo.

Lydia tenía senos grandes, pero no se le veían mal, un culo redondo, piernas cortas pero graciosas, lo que me gustaba demasiado, y lo mejor de todo es que siempre reía. Me gustan las mujeres que ríen por todo, me alegran muchísimo el día, o el rato, o mejor dicho el instante, que junto a ellas puede ser eterno. Como siempre la eternidad en el sexo se nos hacía un segundo, teníamos que inventar nuevas maneras de hacerlo, a mí me cuesta llegar a la eyaculación, ella es multiorgásmica. Primero lo hacíamos en una silla, luego en la cama, después veíamos televisión en el living, y lo hacíamos en el sillón, pronto me daban ganas de bañarme. Estando en la ducha, llegaba y se desvestía, así que también allí lo hacíamos. Al fin y al cabo, terminábamos haciéndolo donde queríamos, era algo excelente, no teníamos fronteras. El amor no nos era necesario, nuestros cuerpos se necesitaban y punto. Seguramente las mentes no estaban conectadas, al momento del sexo las teníamos en blanco.

Se quedó conmigo exactamente un mes, se fue porque echaba de menos su casa. Eso es algo que nunca me he puesto a pensar, el sexo lo da todo en el instante, pero igual podemos echar de menos algo. Por lo tanto, estando solo no duermo en cualquier parte, pero con alguna mujer y caliente, duermo hasta en la tasa de baño, siempre y cuando, ella duerma encima.

No supe de Lydia por varios meses, un día martes en la mañana, durmiendo después de una noche solitaria y cervecera, suena el teléfono.

- Aló, ¿con quién hablo?
- Con Lydia
- ¡Lydia! ¡qué sorpresa! ¿cómo estás?
- Sin piernas
- No sea’i weona
- No estoy lesiando, supiste del accidente del mes pasado, en el cual murieron dos ancianas
- No
- Bueno, en ese bus iba yo, me quedé atorada entre dos asientos, no sentía mis piernas
- …
- mmm…tuvieron que cortármelas
- chuta! No sabía nada, pe-pero dime donde estás y vo-voy a verte
- no, gracias, no quiero que me veas así
- te vooy a ver como siempre, lo único que ha cambiado eres tú
- ¡que eres tonto!, no cambia tu sentido del humor
- gracias, te he echado de menos
- yo igual
- ¿por qué no habías llamado?
- Primero porque se me perdió tu número, y lo encontré tiempo después del accidente…acepto que me daba como vergüenza llamarte, pero hoy me decidí
- Yapu, dime donde estás, quiero verte
- Ya te dije que no
- Entonces, ¿para qué me llamaste?
- Quería decirte que te encuentro un buen escritor, leí tu libro de poemas
- ¿te gustó?
- Por algo te digo que eres bueno. Además quería darte las gracias por el poema que me dedicaste
- Eso te lo había dicho hace tiempo, es ese que escribí en tu espalda
- Por eso te doy gracias, por que aún lo cargo
- Eres extraordinaria Lydia
- Llamo para despedirme
- Mas bien, llamas para conversarme, y cuando decidas terminar, nos despediremos
- No, es que no entiendes
- Si, si entiendo, pero es más fácil así.
- Te quiero
- Sin duda tú eres la que más me quiso, así que eres la muñeca que más quiero


Colgó sin decir adiós, creo que fue lo mejor, hasta en ese momento no hubo fronteras entre nosotros.

12/07/06

1 comentario:

Selene V dijo...

este texto ya lo había leido
y es muy bueno, m gusta demasiado.

oie kiero k m prestes el libro d García Márquez
"memorias de mis putas tristes"
plis
no sé cuando nos veamos
pero en una d esas
k sé yo!


=)