
CUENTO INCLUIDO EN LA XXX ANTOLOGÍA "LATINOAMERICA ESCRIBE"
El hombre no supo qué hacer cuando vio que la inmensa ola se le venía encima. A lo único que atinó, fue a cerrar los ojos y aguantar la respiración.
Cuando todo pasó, el hombre abrió los ojos y dióse cuenta que estaba postrado en la arena. Pero algo notó en él que era raro: tenía una gran cola de pez en reemplazo de sus piernas, su piel era una capa de escamas que brillaban con los rayos del sol, y los musculosos brazos que tenía, eran ahora dos grandes aletas.
No sabía qué hacer, a su alrededor no había agua, sólo arena. A lo único que atinó, fue a cerrar los ojos, aguantar la respiración, y esperar a que la gran ola viniera de regreso.
Cuando todo pasó, el hombre abrió los ojos y dióse cuenta que estaba postrado en la arena. Pero algo notó en él que era raro: tenía una gran cola de pez en reemplazo de sus piernas, su piel era una capa de escamas que brillaban con los rayos del sol, y los musculosos brazos que tenía, eran ahora dos grandes aletas.
No sabía qué hacer, a su alrededor no había agua, sólo arena. A lo único que atinó, fue a cerrar los ojos, aguantar la respiración, y esperar a que la gran ola viniera de regreso.
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